Texto e imagen: Nitrofoska
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Fragmento 8:
El último beso fue mudo. No hubo luz. Ni tacto. Solo dos superficies que se reconocieron por última vez antes de mutar en otra cosa. Él llevaba lunas flotando bajo la piel. Yo ya no tenía nombre. Solo un impulso: acercarme. Tocar. Fundirme. No por amor. Ni por deseo. Por hambre de origen. Nos besamos como quien vuelve al sitio donde empezó todo, sabiendo que no habrá regreso. Luego vino el silencio, y con él, la forma nueva.
©Nitrofoska