Texto e imagen: Nitrofoska
Click para ampliar
Click para ampliar
Fragmento 1:
Al despertar, no miraba a nadie. Ni siquiera a sí misma. Prefería observar lo que no se movía: la ventana, la pared, la línea imprecisa entre edificios. Desde la cama observaba estructuras sin historia, ventanas con vida de alquiler. El mundo seguía funcionando como si ella no lo hubiera abandonado del todo. A veces encendía la radio y la sintonizaba donde no hablaban. Le gustaban los espacios sin voz. Su cuerpo, aún tibio por el sueño, era el único territorio conocido. La luz no entraba. Se limitaba a rozar la pared, como si no quisiera quedarse. Se preguntaba si alguien más vivía así: en el margen exacto entre la vigilia y la fuga.
©Nitrofoska