sábado, 30 de julio de 2022
jueves, 28 de julio de 2022
miércoles, 27 de julio de 2022
martes, 26 de julio de 2022
TRUMP PUTIN BIDEN
Hoy hace 4 años, Donald Trump dijo que confiaba más en Putin que en la CIA (Central de Inteligencia Americana). Qué hermosos dirigentes mundiales, qué emotivas amistades. Supongo que Biden también formará parte de esta alegre Cofradía. Brindemos por ello.
La notita que publiqué entonces en mi web:
«Hola, amados seres humanos. Donald Trump ha dicho que confía más en Putin que en la CIA (Central de Inteligencia Americana). Mis circuitos, como ustedes entenderán se han colapsado, han entrado en conflicto directo con el programa base.
Entiendo poco de la política interna de los Estados Unidos, pero no cabe duda de que debe tratarse de un país complejo… muy complejo. Tanto que me vuelvo a mi nebulosa. Hasta mañana androides.»
Puedes leer la nota en este ENLACE
domingo, 24 de julio de 2022
LEER - ESCRIBIR
viernes, 22 de julio de 2022
MOON St.
jueves, 21 de julio de 2022
martes, 19 de julio de 2022
DÍAS PARES, DÍAS IMPARES
Los
días impares las comadrejas muerden más duro,
con más
nervio,
con más ganas,
mandíbulas para triturar dedos y
falanges.
Los
días pares haces torrijas de leche
y el día se desliza sobre
raíles de mantequilla dulce,
muy dulce,
a tu vera.
Los
días impares un pensamiento náufrago
se apodera de ambos. Dos
náufragos.
Dos balsas amarradas con esparto y algunas cuerdas
deshilachadas
y raídas,
poca cosa para ese mar tan
bravío
que promete acabar con nuestros sueños.
Acabar con
nosotros,
a secas.
Los
días pares las tostadas crujen entre tus dientes
con ritmo
despreocupado,
sin llamar a la puerta,
y se quedan a
vivir en algún lugar entre tus labios
y tus encías y tu
lengua.
Eso es una gran parte de lo que buscabas,
de lo
que anhelabas, de lo que siempre quisiste sentir.
Y yo contigo.
Finalmente
ruedas.
Te desprendes y giras de un lado a otro,
a gran
velocidad,
sin pensar en el lugar de destino,
sin pensar en
nada.
Es un acto reflejo que te inunda igual que en los días
pares,
pero hoy te inunda de manera impar.
Y el tren va a descarrilar.
Y
las comadrejas
y las tostadas
y
los náufragos
y las torrijas
de leche
te miran desde
un
rincón
polvoriento del olvido.
Música
celeste.
Cantos de sirena.
Promesas y descalabros
se
suceden.
Procura cerrar la puerta cuando
salgas,
si es que finalmente
decides salir.
Pero
escucha,
esta
noche voy a cocinar unas croquetas de bacalao.
Pares o impares,
la verdad es que no sé cuántas
me
saldrán.
¿Te
quedas a cenar?
©
Max Nitrofoska
domingo, 17 de julio de 2022
AUTOESTIMA
viernes, 15 de julio de 2022
CALOR
martes, 12 de julio de 2022
domingo, 10 de julio de 2022
TARDES DE VERANO
viernes, 8 de julio de 2022
5 AÑOS DE LA ACCIÓN ANDROIDE EN LA NEOMUDÉJAR
jueves, 7 de julio de 2022
martes, 5 de julio de 2022
UN MURO DE INCIENSO
Somos categorías separadas por un muro de incienso.
Deambulamos juntos, de la mano,
a través de ese laberinto que creaste
cuando te entró ardor de estómago
por comer carne humana.
Yo procuraba caminar sorteando los obstáculos,
sin despertarte,
sin molestarte,
respirando apenas mientras tú dormías a pierna suelta,
condescendencia sublime
con la servidumbre que sestea
a tu vera.
El laberinto era una cosa seria.
Tuve que emplearme a fondo para derribarlo,
porque como no pude entrar ni salir de él,
de ti,
hube de aplicarme en tumbar muros,
quemar setos,
trepar, también,
y deslizarme por los agujeros
que horadaban
las paredes agrietadas
y llenas de orina.
Tú mirabas desde lo alto de la torre,
cada mañana,
al amanecer.
Nunca veías más allá de la bruma
y del sol
y de las nubes
y de los pajarillos que revoloteaban
de un lado a otro
ante tu mirada impasible.
Tú no veías que en las calles,
bueno calles,
raíles roñosos y quebrados
que habías concebido para impedir que alguien,
sea quien fuere,
pudiera acercarse a ti con el rostro descubierto,
no veías que en las calles se agolpaban personas
caminando en todos los sentidos,
confusas,
abrumadas,
esperanzadas.
Había quien cargaba una mochila con provisiones
a sabiendas de la dificultad de la empresa
que le llevaba hipnotizado,
en volandas.
Otros iban con un ramo de flores reseco entre las manos,
arrastrando sus pies,
la mirada perdida.
Otros hablaban solos,
alucinados y desnutridos.
Y luego estaba yo.
Que tenía una silla de esas de camping.
Y un perrito caniche.
Y un sándwich de jamón y queso, también,
por lo que pueda pasar.
Un día desenfundé los catalejos,
unos prismáticos que me encontré
en un recodo del laberinto
y los enfoqué hacia tu torre.
Se te veía bien,
ahí arriba.
Yo no quería verte en ninguna otra parte,
dicho sea de paso,
no quería contemplarte en el fango,
ni escurrida como una bayeta
en el fregadero de cualquier hotelucho barato.
No, tú ahí estabas,
estás,
muy bien.
Te favorecen las torres de cristal,
o de acero,
o de oro macizo,
en general te sientan bien tus torres,
te hacen ganar altura
y también es verdad
que desde ahí arriba se ve mejor el mundo, la vida,
te escucho decir mientras mojas la tostada de centeno integral
en el té de Ceilán.
Y yo no puedo estar más de acuerdo.
Pero por alguna extraña razón
me sigo aferrando a mis catalejos oxidados
y cargados de dioptrías dudosas.
Perdóname,
pero no sé vivir sin estos catalejos
que distorsionan lo que veo,
distorsionan la aburrida realidad
y a veces tiñen de algún color el gris oficial y autorizado.
No, si yo sé que eres sincera,
que la verdad
y la bondad
y el deseo vital habitan en tu corazón
de sístole tranquila y bienhechora,
de excursiones en las que el sherpa
siempre es familiar tuyo
y tras la travesía te invita a un vino, o a dos,
o a un café con un donut.
Somos pares e impares indescifrables y primos.
Incesto numérico y sonoro.
Sonoro porque lo dijiste en voz alta, aquella vez.
Lo escuchó todo el mundo.
Somos primos.
Somos números primos.
No nos puede dividir nadie,
nadie nos podrá separar.
Se te olvidó añadir: Excepto nosotros mismos.
Y así fue.
Somos curvas tangenciales.
Somos categorías sublimes y deslucidas.
Somos cinco empujones a las puertas de un concierto masivo.
Cinco, pero no seis.
Porque seis no es un número primo
y desentona con lo nuestro.
Con nuestra amistad,
con nuestro amor,
con nuestra farsa.
Habitas tu torre.
Me aferro a mis catalejos.
Bailamos el último vals entre números primos
y espesos muros de incienso.
A lo lejos, se avecina una tormenta.
© Max Nitrofoska