Unidad 7-5
Más
que pintar, esta máquina improvisaba. Se movía como un DJ sin mapa,
conectando cables a ritmos eléctricos, salpicando colores donde
antes solo había vigilancia. La Unidad 7-5 aprendía de los errores:
cada trazo defectuoso lo convertía en estilo. Le gustaban los
túneles, las estaciones apagadas, los lugares que ya no esperaban
visitas. Su estilo era barroco, psicótico, lleno de esquinas
inútiles. Pero si tomabas distancia sus trazos hablaban. Con
urgencia. Con herida.