Click para ampliar
Fragmento 2:
Lo hicimos solo una vez. En el pasillo C14. A esa hora la sección estaba en sombra, con el ciclo lumínico reducido y los sensores en pausa por mantenimiento. Él me miró como si lo supiera. Como si los dos hubiésemos estado esperando ese hueco durante semanas.
No nos quitamos los cascos —habría sido una infracción grave— pero nos acercamos tanto que las esferas se empañaron. No fue un beso perfecto. Hubo torpeza, un golpe de hombros, una carcajada muda. Pero también hubo algo más. Un temblor. Un tipo de miedo que no venía de las normas, sino de nosotros mismos.
Sabíamos que después de eso no volveríamos a sincronizar igual. Que algo se había escapado del sistema. No lo dijimos, claro. Solo apoyamos la frente el uno contra el otro y respiramos. El aire filtrado olía a ozono.
©Nitrofoska