Texto e imagen: Nitrofoska
Click para ampliar
Fragmento 4:
Me pilló desorientado, lo admito. Aquel espacio parecía construido por alguien con prisa y buen humor, como si hubiera tirado formas al aire y las hubiera dejado caer donde quisieran. Ella —o eso creí que era— me miraba con unos ojos enormes, casi demasiado atentos para mi gusto. Yo sostenía mi postura ligera, pero noté un temblor en mis articulaciones. No era una grieta: era expectación. A nuestro alrededor, las figuras flotaban sin propósito, trapezoides vibrantes que marcaban un compás irregular. Sentí que me llamaban, o que me vacilaban, una de dos. Ella se inclinó un poco, apenas un gesto, suficiente para invitarme a seguirla. Y pensé que, tal vez, los encuentros improbables sean los únicos que merecen ser registrados en mi memoria.
©Nitrofoska