Texto e imagen: Nitrofoska
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Fragmento 4:
No hay meta ni objetivo. La carretera es un hilo que me arrastra, un anzuelo clavado en el paladar, metálico y amargo. Llueve, como siempre que huyo, que corro, que intento alejarme. El coche avanza, pero yo sigo quieto. ¿Se puede salir de un lugar sin moverse, seguir huyendo sin cambiar de sitio? El volante gira. Redondo, perfecto, una órbita perfecta que me sostiene. Fuera, las sombras se disuelven en el agua. Adentro, el motor sostiene su latido monótono. El semáforo vuelve a encenderse, una y otra vez, sobre el mismo asfalto.
©Nitrofoska