Texto e imagen: Nitrofoska
Click para ampliar
Fragmento 2:
Lo confieso: yo iba huyendo. La red trasera se había vuelto un enjambre de protocolos inquisitivos y solo buscaba un poco de margen. Entonces apareció él, torpe y brillante, con esa carcasa heterogénea que parecía construida a base de pruebas fallidas. Me invitó a seguirle sin palabras, conectando un cable improvisado a mi espalda. No me resistí. Avanzamos entre fondos saturados, donde cada sombra tenía el color de un error benigno. A su lado, mis pasos adquirieron una especie de ritmo, una cadencia que no figuraba en mis planos originales. Él lo notó. Me tomó del antebrazo metálico y me giró, como si iniciáramos una danza mínima. Por un instante, el caos dejó de importar y solo quedó ese movimiento inútil, feliz.
©Nitrofoska