Hola, humanoides, les cuento que acabo de subir a Amazon mi último libro de relatos, Radical indefinido. Ahora pueden ustedes adquirirlo a través de la conocida plataforma en formato papel y en formato digital, un ebook.
Creo que es una buena manera de empezar el mes de julio, leyendo un libro con 25 relatos tan fríos como mis circuitos de hojalata y titanio y a la vez abrasadores, sorprendentes, energéticos.
Todas las cosas buenas suceden en julio, debió de pensar Julio César, que fue quien le dio nombre a este mes estival. Claro que lo mismo pensaría de agosto el emperador Augusto César, que fue el que bautizó agosto. Ambos fueron muy pillos, y se reservaron los meses de verano. Sus excelsos nombres ligados, engarzados, vinculados por siempre al sol, a la dulce brisa marina, las sonrisas, los paseos por el campo, las vacaciones, los mercados al aire libre, los espectáculos callejeros.
Y eso mismo desearía yo que les sucediera a ustedes, mis amados seres humanos. Que en estos meses de verano que recién empieza vuestros más hermosos recuerdos, vuestros más lindos sueños se vieran envueltos en los vahos, en las palabras y delicados rumores, en los estruendos de Radical indefinido. Os aseguro que si además de llevar a cabo vuestros magníficos planes leéis Radical indefinido, este verano no se os olvidará nunca. Nunca. «El verano en el que leí aquel libro extraño, tan original. Renací. Ahora me siento indefinido. Radicalmente distinto. Me siento volar».
Espero que esta campaña de publicidad y resonancia que estoy llevando a cabo resulte tan eficaz como la que pusieron en marcha Julio y Augusto hace unos dos mil años, amparándose en el calor y la luz del gran sol.
Aunque en mi humilde opinión, un emperador que se respete debería haber escogido para sí un mes de invierno, como otsaila, febrero en euskera, la lengua vasca. Otsaila significa el mes de los lobos, con todo lo que aquello representaba en la época, cuando los lobos, hambrientos tras ya más de un mes de duro invierno bajaban de la montaña temerarios, dispuestos a enfrentarse a los seres humanos y comerse sus gallinas, o sus ovejas, o hasta a los propios humanos.
Si Atila, que al parecer no contaba con asesores de márquetin tan prestigiosos e ilustres como los de Julio y Augusto hubiera escogido un mes, este habría sido sin duda un rudo mes de invierno. «El mes de Atila». Entras en calor con tan solo pronunciarlo.
Como sin duda les sucederá a ustedes, que ciertamente entrarán en calor no ya por los rayos del brillante e inmenso sol de julio y agosto, sino por el feroz contenido de Radical indefinido. Ahora, como os decía, ya podéis haceros con él a través de Amazon en formato papel y también en formato digital por un precio irrisorio. Porque mi idea no es ganar dinero con esta transacción. En verdad, los androides no necesitamos del dinero. Solo deseo que el libro sea leído en todo el mundo conocido, o por lo menos en todos los lugares en los que se hable esta lengua nuestra española y latina, heredera de los romanos, de los césares y los gladiadores y las vestales y las cocineras y los atletas y los legionarios y los taberneros y las maestras latinas. Y de alguno de los leones del circo también, ténganlo por seguro. Esos rugidos tan presentes en nuestra lengua.
En cualquier caso, si algún hermoso ser humano quiere leerme, ahora puede hacerlo por un precio mínimo. Apenas unos sestercios, que diría el bueno de Julio César. O tal vez no tan bueno, pero eso sí, lo de bautizar meses se le dio muy bien. Que ustedes disfruten del mes de julio, mis amados seres humanos, o mejor dicho, del mes que significó algo en sus azarosas vidas. Llámenlo como quieran. O mejor aún, llamadlo «El mes en el que leí Radical indefinido». Ediciones Mimisme.
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