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Fragmento 1:
Venían al amanecer. Siempre a la misma hora, siempre desde el mismo ángulo del cielo, como si siguieran una señal que nadie más había escuchado. Las alas les brillaban con un fulgor rojo imposible: no era fuego, no era luz, no era pigmento. Era otra cosa. Algo que no sabíamos nombrar. No migraban. No cazaban. No hacían nidos. Volaban como quien repite un gesto aprendido sin saber ya por qué. Alguien dijo que eran una especie en retirada. Otro, que eran heraldos. Luego dejaron de venir. El cielo, desde entonces, tiene algo de fondo de pantalla mal cargado. A veces, muy de mañana, jurarías haber visto uno. Pero no. Es un error. Un reflejo sintético. Un eco del sistema.
©Nitrofoska