martes, 3 de enero de 2023

YO ME LO MEREZCO

Ilustración: Samson


Yo me lo merezco,
te escucho decir a menudo.

Te lo mereces casi todo,
a decir verdad.

Pero luego las cosas se empantanan,
se encallan
y te quedas con una golosina insignificante
entre los dientes.
Escaso premio para tu talento.
Y te entran ganas de vomitar un poco,
una arcada sin entusiasmo,
algo retraído y cataléptico,
dardos de morfina
entre los ojos.

Ese lunar que reverbera
en tu frente de alabastro
a duras penas
adorna tus días,
tus feos olores corporales
y la desidia que se pasea
contoneándose
por algunos de tus esguinces morales.
Pestañeas.
Aire fresco
en tus calores de verano.

Lo que quiero decir es que sí,
te lo mereces todo,
cómo no,
pero a menudo deseas
disfrutar del verano
cuando hace un frío que pela,
y es notorio que hubiera sido más fácil,
más sencillo,
«más natural», usando tus palabras
gozar del verano
con la canícula de julio y agosto.
Qué agradable sofocón.

Te lo mereces todo a medias,
llego a pensar.
Te lo mereces todo
solo en tus días pares,
porque no recuerdo momento
en que no enarboles espinas
y lanzas de acero,
herrumbres varias
oxidadas y maltrechas
que te ensucian las manos
y el alma
al tiempo que se clavan,
envenenadas,
en las personas que te rodean.

Me parece
que en esos momentos
de sublime ira parroquial
no has tenido muy en cuenta a esas personitas
que te rodean.
Y esas personas también se lo merecen.
Sea lo que sea también se lo merecen.
Se merecen un pastel bañado en chocolate fundido.
Se merecen un abrazo.
Se merecen unas vacaciones pagadas en Portugal
y se merecen que las tengan en cuenta,
que no las ninguneen,
como suele hacerse en tus pasillos
habitados por hipopótamos hipocondríacos
y cabrones.

Estas personas abrasadas,
con el culo abrasado y pelado
se lo merecen como el que más,
pero no van por ahí
dando la paliza en voz alta.

Era esto lo que quería decirte.
Tú te lo mereces.
Cómo no.
A cuatro patas.


© Max Nitrofoska


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