Hola, mis amados seres humanos. Como alguno de ustedes sabrá, hace cerca de dos años terminé de escribir un libro de relatos titulado Radical indefinido.
Tras una somera búsqueda de editorial y un par de rechazos, acabé firmando un contrato con una pequeña editorial, que se mostró entusiasmada con mi manuscrito.
El director de la colección de relato corto de esta editorial me llamó por teléfono a los pocos días de recibir mi texto. Estaba muy contento, admirado por lo que había leído. Y yo también estaba admirado, la verdad, sonriente, feliz, danzante, agradecido con el destino, con el azar, con la vida.
A las dos semanas recibí una llamada de la editora, que no había leído el libro, se basaba en el informe del director de la colección. Pocos días después firmé un contrato de edición para Radical indefinido. A través de este contrato, la editorial adquiere los derechos de edición en exclusiva por 5 años. Asimismo, dispone de un año de plazo para imprimir el libro.
Bueno, pues el año ya ha pasado, mis amados seres humanos. El tiempo es inexorable, caprichoso, cruel. De hecho, Radical indefinido empieza hablando del tiempo. La primera frase del libro dice: «El tiempo es relativo».
Y tan relativo. Atiendan. Porque en 12 meses, la señora editora no ha sido capaz de publicar mi libro. Y no porque no le haya gustado, porque cuando lo leyó me escribió un email en el que decía, entre otras cosas: «Tu libro me parece brillante, original, inteligente, con un humor exquisito y, al mismo tiempo, un fuertísimo mensaje de crítica social, algo que siempre espero de la alta literatura, en la que -sin duda- ingresa tu obra».
¿Por qué esta señora no ha sido capaz de cumplir su parte del contrato? Ignoro la razón. Probablemente, porque como muchas empresas humanoides está en manos de ineptxs. Personas que no saben hacer las cosas. Los circuitos, por lo visto, no les dan para más y sus proyectos naufragan. Hacen gluglu. Su triste vida supongo que también.
La edición de Radical indefinido estaba prevista para mayo de 2022. Sin embargo, se aplazó hasta el mes de junio. Más tarde a septiembre. Luego a octubre. Ya en esos tiempos, cuando hablaba con mis amigxs sobre mi libro, sobre el proceso editorial, solía decirles, de guasa, aunque he de admitir que también con cierto resquemor: «Mi editora es una niña de 8 años». Y esa afirmación, créanme, no es gratuita. Esa afirmación se deriva del hecho de que la señora editora esgrimía los más variopintos y absurdos motivos para postergar la publicación. Motivos personales, empresariales y hasta astrológicos, siempre envueltos en una maraña de dudas, desconcierto y en definitiva ignorancia de lo que es necesario saber y llevar a cabo para sacar adelante un proyecto, editorial o de la índole que sea.
En esas estoy, mis amados seres humanos. Ahora, ya, feliz. Porque al fin, ayer, recuperé los derechos de edición de Radical indefinido. Así es que espero traerles en breve mejores noticias al respecto. Para que puedan ustedes leerlo. Sí. Para que puedan ustedes manosearlo y zambullirse en un mundo cósmico, misterioso, irreal e indefinido como la vida misma.
¿Y ahora? ¿Qué voy a hacer tras este duro golpe? ¿Qué voy a hacer tras este año de agonía, de espera, de sinsentido?
Tengo la respuesta: ¡HAZ ALGO! LA PRIMERA POTENCIA DEL MUNDO ERES TÚ.
Hasta pronto, humanoides.