martes, 27 de septiembre de 2022

SARCÓFAGOS APILADOS TRAS LAS PUERTAS

 

Imagen: Odilon Redon


Dolores desnudos,
rojos, en la carne.
Huesos inflamados.
Rupturas se suceden.

Todo lo que se dijo
y lo que no se dijo
retumba aún en mis oídos.
Un latido reptante,
viscoso,
amargo,
de remordimiento
y decepción
salpica los reproches
de lo que pudo ser,
de lo que se pudo hacer
y no se hizo y no fue.

Espejismo vibrante, eléctrico.
Huesos inflamados.
Cabezas de corcho y oro.

Conduzco de noche, mil horas
a la caza de esa palabra que no te dije,
de esa caricia que me guardé en la manga,
ese beso que no me diste,
ese abrazo que se nos escabulle en cada encuentro.

Entro en un cine
con la idea de que la banda sonora
me absorba,
me elimine.
Con la esperanza,
ilusoria,
de que aparezcas en la pantalla
vestida de sacerdotisa egipcia
y me invites a seguirte.

Dolores desnudos,
huesos inflamados,
sarcófagos apilados tras las puertas.

Una araña me mira de frente.
La pantalla se diluye y entro en su luz sublime,
a trancas y barrancas
tras sus ocho patas peludas.
Sigo el rastro de su sabroso veneno.

Sarcófagos apilados tras las puertas.


© Max Nitrofoska

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