Texto e imagen: Nitrofoska
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Fragmento 2:
El borde de la acera refleja un oro sucio. No sé si es la luz o mi propio cansancio lo que se disuelve en el agua. El asfalto huele a lluvia vieja, a motores que no descansan. A veces pienso que la ciudad tiene su propio sueño, y que nosotros somos la fiebre que lo interrumpe. No hay dirección posible, solo el avance mecánico de los cuerpos hacia alguna promesa que nadie ha formulado. Miro los faros que se acercan, el brillo líquido que los envuelve. No traen nada, nada llevan. Solo continúan, como todo lo demás aquí. Incesante. Preciso. Inútilmente vivo.
©Nitrofoska