Pablo
siempre había sido un cabezota, una cabeza importante, un
cabezón que sobresalía entre los demás. Pablo era un tipo alto y
con una cabeza de gran tamaño, eso es así. Y digo era porque ahora
ya no sé si Pablo es una persona, la persona que yo conocí, o se ha
convertido ya definitivamente en una pelota, una esfera, un globo,
una bola del mundo. No lo sé. No puedo saberlo. Para arrojar luz
sobre esta duda que me habita debería agarrar un cuchillo y rajar
esa corteza que parece de goma. Pero claro, dentro está Pablo, y yo
no quiero hacerle daño a mi amigo. Creo que seguiré jugando a la
pelota en la orilla hasta que se ponga el sol. Tal vez Pablo recupere
su forma humana en la penumbra. Cosas más raras he visto en mi aún
corta vida. Qué rica está el agua.
