martes, 13 de junio de 2023

LA HISTORIA DETRÁS DE LA FRASE: «TODO O DIA FALANDO DE AMOR»

Hola, mis amados seres humanos. El otro día les compartí una foto que titulé Todo o dia falando de amor. Ustedes ya se habrán dado cuenta de que el idioma en el que está escrita esta locución es el portugués.

He pensado que sería interesante explicarles el porqué de esta frase, cómo llegó a fundirse en mis circuitos de memoria.

La historia parte de mi amigo Enrique, «el valenciano». Enrique era licenciado en filología portuguesa. Él hablaba, y habla, el idioma portugués como el mismísimo Saramago, todo hay que decirlo. Y en esos días se encontraba de viaje de trabajo en Brasil, en Manaos, desde donde tendría que dirigirse un par de días más tarde a Río de Janeiro. Pero antes de partir hacia Río, debía acudir a una reunión en una pequeña localidad en el interior del país. Tomó un pequeño avión que cubría esta ruta.

Se da el caso de que ese pequeño avión que lo lleva a la citada localidad tiene una avería en pleno vuelo, de modo que el piloto toma tierra en una aldea para intentar repararlo. Enrique me describió la aldea como un grupo de casas desperdigadas sobre una calle sin asfaltar en medio de la jungla. Una de las casas era un bar. Por supuesto, mi amigo Enrique fue la primera que visitó. Y tras tomarse un par de cervezas, cruza la calle y se dirige a la casa de enfrente, que al parecer alberga una agencia de viajes. Le resulta curioso que un pueblo tan pequeño disponga de una agencia de viajes, pero como aún le quedan algunas horas de espera y no hay nada más que visitar, Enrique entra en la casa.

El negocio lo atiende una hermosa mujer, vestida con un ligero vestido amarillo. Enrique se presenta. La mujer se presenta. Enrique le refiere a la mujer el porqué de su estancia en aquella aldea perdida en la selva, y le pregunta por algún hotel, algún alojamiento. La mujer le contesta que en la aldea no hay hoteles, que el último cerró pocos meses antes. Ante lo que mi amigo el valenciano le pregunta a la mujer: «¿Dónde voy a dormir yo esta noche, entonces?». La mujer de amarillo le contesta sinuosa, con suave voz de terciopelo: «Na minha casa, meu amor» (En mi casa, mi amor).

Y ahí, en aquella aldea se quedó Enrique, todo o dia falando de amor, como decía él.

«Estuve a punto de mandarlo todo al carajo», aseguró Enrique al terminar de contarme su historia. No me cabe ninguna duda de que así es, queridos humanoides.

En otra ocasión les contaré cómo conocí a Enrique el valenciano. A disfrutar.

Foto: Desconocidx
Click en la imagen para ampliar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...