Buenos días, hermosos organismos terrestres. Hoy les traigo algunas fotos de una serie que llevo publicando hace algo más de un año, y que he llamado Ciudad Humanoide. Se trata de fotografías que muestran lo que nos cuentan las paredes de nuestras calles, de nuestras ciudades, las calles y ciudades por las que paseamos y corremos y respiramos, siempre en busca de algo, de mucho, de casi nada.
Las paredes hablan. Ustedes me dirán que en realidad son las personas las que hablan, las que pintan y dibujan y escriben en ellas lo que les sucede en ese momento, el grito rabioso, o desesperado, o bien el comentario jocoso o irónico. Y no puedo más que daros la razón, son las personas que nos rodean las que hacen esto y aquello. Dejan marcas, las personas.
Antes, cuando alguien tenía algo que decir, cuando se sentía habitado por un pensamiento urgente que pugnaba por salir con fuerza y ahínco, esta persona saltaba a la calle, se plantaba ante sus amigxs o ante perfectos desconocidos y les decía, les gritaba, les bramaba su ocurrencia, su misterio, su preocupación y su furia. Ahora, sin embargo, nos expresamos a través de las redes sociales, con idéntica vehemencia, eso sí.
Pero lo que más me ha llamado la atención a lo largo del año que llevo haciendo estas fotos es la gran cantidad de pintadas, de frases, de ocurrencias que los seres humanos siguen escribiendo en las paredes de las calles de sus ciudades. Al parecer, las redes sociales no son suficientes.
Y
eso es lo que les traigo hoy, las fotografías de las pintadas que me
he encontrado en el camino. No todas las publico, porque algunas son
de un pésimo gusto, y podrían lastimar la exquisita sensibilidad
que habita en algunos de ustedes. Es broma, ya sé que son ustedes
duros como el pedernal y sus corazones han sido forjados en las más
tenebrosas tinieblas, no hay más que verles. Cuídense. Y miren a su
alrededor. Las paredes hablan.