Hola, hermosos humanoides. Hoy les traigo un fragmento de Morirás de placer, la última aventura del comisario Artano:
«A pesar de sus continuas protestas, al comisario Artano le gustaba Ciudad Humanoide. Llegó de joven y pronto se aclimató. Luego conoció a Begoña, una bella mujer alta, distante y taciturna con la que inició una relación que le hizo moderadamente feliz. Al poco tiempo nació su niña, Maitena, que significa «La más querida» en euskera, la lengua vasca, y que murió a las pocas semanas de vida. Los médicos no se pusieron de acuerdo sobre cómo y por qué había surgido la enfermedad, esa dermatitis vigorosa que contraía y estrujaba su piel en lentos espasmos, como si una quemadura permanente arrasara la dermis, produciendo espantosos dolores en la recién nacida.
Begoña decía que era debido a las toneladas de veneno sedimentado durante décadas de industrialización demencial en la ría. En los siglos XIX y XX, cuando las fábricas, los gigantescos hornos, las fantasmagóricas chimeneas tomaron la ciudad escupiendo humo y fuego las veinticuatro horas del día, Ciudad Humanoide se alzaba como una urbe industrial rica y envenenada, y era este veneno el que ahora estaba aflorando y mezclándose con el aire del que había venido, brotando junto al agua que bebían, cubriendo cada objeto que tocaban.»
Pueden ustedes leerla completa en el último libro de relatos de Nitrofoska: «Radical indefinido». A disfrutar.