Buenos días, humanoides. Decirles que he entrado en colisión con un grupo de organismos fotoraptores que han iniciado la grabación de un vídeo sobre CANÍBAL, uno de los relatos de mi último libro, Radical indefinido.
Lo que pretenden estos organismos es contar la historia de CANÍBAL con imágenes, una fotonovela moderna, captaciones improvisadas, un fotorelato de nuestros tiempos.
No pensaba decirles nada a ustedes, por lo menos hasta que el vídeo estuviera listo, pero como ando toodo el día leyendo y repitiendo el texto de CANÍBAL, más que nada para adquirir soltura a la hora de leerlo o recitarlo, pues me ha parecido oportuno traerles un fragmento, una esquirla, un detalle del texto. Espero que sea de su agrado y lo disfruten.
Del
vídeo ya les hablaré en otra ocasión, pronto, prooonto, prontooO
Fragmento de CANÍBAL: «El fin de semana que fuimos a Ciudad Humanoide era un puente, un puente feriado, agrupamos cuatro o cinco días y nos dimos a la fuga. Aquella margarita la deshojamos juntos y era par, ella me quiere, era un sol naciente y luminoso el que se acostaba a nuestra vera cada noche, entregándonos su vigor y su luz, haciéndonos partícipes de extraños conjuros, de ininteligibles cábalas que nos bastaban porque eran nuestras, nada necesitaba ser argumentado, tus ojeras perpetuas eran las que me unían al mundo, las que me conectaban abiertamente con tus sueños, unas ojeras que significaban sexo y brotes transgénicos y penetrante olor corporal, almizcle hilvanado por un bostezo que se concreta en haber perdido la maleta con las camisas planchadas al salir de viaje, y las bragas, y los trajes, y los sujetadores y en general todo lo que sujeta a duras penas este conglomerado de exaltados sentimientos. Pero eso daba igual, porque ahí, en tu sonrisa, o lo que a mí me parecía tu sonrisa entonces estaba todo. Y yo no necesitaba nada más.»
© Max Nitrofoska