Hace un par de semanas humanoides recibí una misteriosa
llamada que me citaba en la nebulosa del Dédalo. “Tengo información
confidencial sobre el ALF.”, decía la voz en el contestador. Se refería a la
piedra filosofal que llevo siglos persiguiendo, la mítica Askatasuna Libertaris
Felizidanka.
Me extrañó la llamada… una voz proveniente de las lunas de
Saturno, una zona desde hace tiempo deshabitada. Si no me hubiera hablado del
ALF nunca habría acudido. Pero me habló del ALF, y esa misma tarde cargué de combustible
nitrógeno mi nave interplanetaria y alisté mi traje espacial.
Foto biónica: Maryge Rosado
Arte sideral: Kristina Olano KRISPO
A la mañana siguiente, temprano, me dispuse a cruzar la
galaxia camino a la nebulosa del Dédalo. Entré en el paralelo Sereno, tan
tranquilo siempre al atardecer, y dirigí mi nave interplanetaria a través de
los desfiladeros de la Lambada. Tras una hora de plácida navegación, una repentina
oleada de viento se cruzó en mi camino y me hizo perder el rumbo durante unos
minutos. Ajusté la brújula sideral, conecté el tubo de red y fijé los ojos en
la tormenta que se avecinaba. No parecía peligrosa, pero el fino y blanco polvo
que arrastraban los fuertes golpes de viento era diferente a lo habitual, se
pegaba en las aristas de la nave, cubría con su niebla opaca la superficie del
cristal de la cabina y se aglutinaba en la punta de las antenas formando
pequeñas rocas que las doblaban por el peso.
Foto biónica: Maryge Rosado
Arte sideral: Kristina Olano KRISPO
Las antenas empezaron a recibir las señales con dificultad y
el rumbo de la nave se hizo vacilante. Me asusté. Me asusté de verdad, nunca
había visto nada parecido. Detuve la nave en un recodo del Sereno, me acoplé
los circuitos de respiración asistida y abrí la escotilla de salida. Una densa
nube me envolvió. Sus incontables partículas se movían sin cesar, me golpeaban
la cara, los brazos, las rodillas y los tobillos, me hicieron perder el
equilibrio y finalmente caí al suelo, espesamente cubierto de esta materia
blanquecina que parecía surgir de la nada y multiplicarse sin fin en el
espacio.
Foto biónica: Maryge Rosado
Arte sideral: Kristina Olano KRISPO
Pensé en volver a la nave de inmediato, me giré y ante mi asombro
y mi miedo, porque a esas alturas un miedo con forma de mano negra y fría iba
trepando por mis piernas y ya apretaba mi estómago, me lo estrujaba y yo estaba
acojonao, lo que se dice acojonado perdido y no veía mi nave,
no estaba, o sí, estaría ahí pero yo no la veía entre tanta niebla y tanto
viento y tanta hostia, quién me manda bajarme de la nave, como si así pudiera
solucionar algo, y quién me manda salir a verificar una supuesta información
que me da un ser anónimo, probablemente falsa, inventada, producto del delirio
que muy a menudo produce la continua búsqueda de quimeras y la muy contaminada
y venenosa atmósfera que envuelve Saturno en un halo de desolación y misterio.
Foto biónica: Maryge Rosado
Arte sideral: Kristina Olano KRISPO
Una ráfaga me empujó de frente y caí de espaldas sobre la
nieve, el miedo y la angustia me invadían por completo. Seguía sin ver mi nave.
Agarré el nitrodetector pero mis dedos estaban demasiado fríos para accionarlo
con precisión. La densa y blanca nieve seguía posándose sobre mi cuerpo,
segundo a segundo iba cubriendo mi piel laminada y mis circuitos biónicos.
Encendí mi linterna y un poderoso foco de cien mil lúmenes rojos capaces de
atravesar cualquier atmósfera se abrieron paso a través de la tormenta y
entonces sí, entonces ahí, a lo lejos o lo que parecía lejos a través de esa
niebla diabólica vi mi nave, ahí seguía, qué bonita era, más bonita que nunca.
Qué maravilla. Casi me echo a llorar.
Foto biónica: Maryge Rosado
Arte sideral: Kristina Olano KRISPO
Fue entonces cuando escuché una voz en el espacio, una voz
que atravesaba la nieve, la niebla y el viento enmarañado, una voz que venía de
muy lejos y retumbaba en el espacio. Una voz exaltada e imperiosa que dijo: “¿Quieres información sobre el ALF? ¡¡¿Quieres información
sobre el ALF?!! Pues aquí la tienes Nitrolelo. La Humanidad no está para piedras
filosofales, lo que necesitan es esperanza, lo que necesitan es unas elecciones
planetarias. ¡Vota Nitrofoska! ¡¡VOTA NITROFOSKA!! ¡Máquinas políticas de
confianza! ¡Androides con fundamento! O si no atente a las consecuencias, serán
terribles, devastadoras, no solo para ti, que morirás pronto por inepto y
capullo, sino para toda la Humanidad.”
Foto biónica: Maryge Rosado
Arte sideral: Kristina Olano KRISPO
Joder, pensé, pero si Nitrofoska soy yo. Si el candidato de
Nitrofoska Androides soy yo mismo. Creo que al jefe de campaña que ha
contratado el Androide Supremo se le ha ido el meteorito por completo. Voy a
tener que hablar seriamente con él. Bueno, si consigo salir de aquí. Vaya día.
© Nitrofoska
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