Todo
lo que piensas,
lo que vas pensando
desde
la
mañana a la noche,
un
día tras otro
se
diluye en un sumidero acre
de olor
corporal intenso.
Sudas nitroglicerina
dorada.
Y nutritiva.
Porque la nitro alimenta que
da gusto.
La que haces estallar
y la que te guardas en la
bandolera.
Esa alimenta incluso más,
porque te suma kilos
y crece tu masa encefálica,
piensas mejor,
piensas
más rápido,
desnudas tus ideas a una velocidad
ver-ti-gi-nosa
ante la inminente explosión.
Y cuando todo se derrumbe,
bueno, eso de que todo se va a derrumbar
es una
suposición tuya,
lo normal es que la carga no
funcione,
cuántas veces planeaste una ascensión espectacular
o una demolición feroz
y el evento se esfumó,
ni
siquiera una chispa,
todo quedó en un dulce espejismo
que
te hizo pasar un par de horas
de excitación orgánica,
biológica,
visceral, tumbado en la
cama,
mirando al techo
con las manos en la nuca
en
un motel.
de
mala muerte.
De buena vida.
Una excitación bastante
agradable,
todo sea dicho,
pero al fin y al cabo
una
experiencia en blanco,
no se inició ninguna etapa
trascendental
en tu vida,
que es lo que pretendías.
Y ahí
sigues,
sentado,
esperando a que alguien te cuente la
historia
de una victoria inesperada,
alguien que partió
de la nada y triunfó.
Triunfó, sí, pero no por un golpe de
suerte,
triunfó porque se lo trabajó con ahínco,
puso
toda la carne en el asador,
como suele decirse,
se dejó
la piel.
Y claro,
después de tanto trabajo
ya no
era posible arrebatarle el triunfo,
asomaba segura la
victoria.
Este personaje del que hablamos
empezó a saber
lo que era ganar.
Y ganó.
Luego
le cayó encima
un pasaje gratis a Benidorm
y disfrutó de una semana
tumbado al sol
en un apartamento en primera línea de playa.
O
tal vez fuera la segunda,
ya no lo recuerdo,
pero en
cualquier caso era un lindo apartamento
desde el que se veía
el paraíso.
De refilón, eso sí.
O tal vez solo fuera el
reflejo del paraíso,
no el paraíso en persona él
mismo
mirándote a la cara, no,
pero algo había de eso,
no me cabe duda,
algo había por ahí del paraíso.
Algunos
de los senderos
por los que pasea Dios cada mañana
estaban
en esa zona del mundo,
en la zona del mundo donde yo tomaba el
sol en la playa,
en mi apartamento de Benidorm.
Todo
lo que piensas,
lo que vas pensando
desde
la
mañana a la noche,
un
día tras otro
se
diluye en un sumidero acre
de olor
corporal intenso.
Nitroglicerina
y olor
corporal intenso.
The paradise.
© Max Nitrofoska