Hola,
mis amados seres humanos. En enero de 2019 empecé a escribir el
primer relato protagonizado por el comisario Artano, que se
desarrolla en la isla de Zorrozaurre, en Bilbao, en un futuro
cercano. A los pocos días de empezar a escribir el relato, leo en el
periódico que va a dar inicio un macro proyecto con
el que se
pretende convertir la isla de Zorrozaurre en una perla del diseño y
la tecnología arquitectónica.
Hay
que decir que la isla de Zorrozaurre está en medio de la ría, como
se desprende de su condición, pero además está enclavada en pleno
centro de la ciudad, junto a Deusto, San Mamés y el Guggenheim, para
que se hagan ustedes una idea. A pesar de su situación, la isla de
Zorrozaurre permanecía, permanece, anclada en el siglo XIX y
principios del XX. Cubierta de grúas y hangares abandonados.
Con
lo cual, al enterarme del inminente proyecto de
construcción/destrucción,
cogí mi cámara y me fui a Bilbao a tomar unas fotos. Cuando volví
a la nave nodriza, miré las fotos recién
hechas
y no me gustaron nada, en absoluto. Días después
terminé el relato, titulado: "Morirás de placer – una
aventura del comisario Artano" (podrán ustedes leerla en breve
junto a los demás relatos que conformarán mi primer volumen de
cuentos). Y
olvidé las fotos.
No
obstante, durante
la cuarentena caí por azar
sobre ellas y
no me parecieron
tan mal. Las
edité.
Se las traigo para que opinen ustedes mismos. Zorrozaurre ya nunca volverá a ser así. A partir de ahora y
en los próximos años se irá convirtiendo en la isla brillante
y futurista que
deslumbrará
al
comisario Artano en el año 2048.
Una
isla donde el futuro se hace fuerte, se estira y aplasta al pasado,
que muere, lentamente, en desmayada asfixia. De placer.
Foto: Max Nitrofoska
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