miércoles, 30 de noviembre de 2022

UN POCO DE PAZ, POR FAVOR



Es algo como buscar una libélula
en un concierto masivo,
algo que te alimente
la carne y el espíritu
pero no te pese demasiado en la mochila,
en ese estómago desestructurado
que es tu vida nocturna.
Y diurna.

Siempre llevas algo de proteína4
en tus alforjas envasadas al vacío,
un potente detergente
capaz de limpiarlo todo,
de acabar con esas manchas
torpes y pringosas
que han dejado huella
en tu memoria caduca y hostil.

Es una cuestión de egos.
Es una cuestión de elevaciones,
de elevarse por encima de algo,
de lo que sea,
de llegar a una cima. A una nube.
A veces volando.
A veces a rastras.
Nunca de rodillas.

Una vez arriba,
en todo lo alto del ego,
miras a los lados y no lo ves, ahí no está.
Todo el mundo habla de él,
bien o mal
todo el mundo lo nombra,
pero en tu horizonte no aparece,
no se deja ver.

Dios está muy ocupado con sus cosas,
deberías saberlo.
Yo en más de una ocasión lo he llamado por teléfono,
pero si no está comunicando,
que es la mayoría de las veces,
no coge el aparato.
Es que Dios tiene muchas cuestiones que atender,
no es nada personal contra ti,
entiéndelo.

Dios baraja sus cartas,
tira sus dados
y apuesta a la ruleta.
Pero no como uno de nosotros,
porque Dios es especial y ya sabe lo que va a pasar,
tenlo por seguro.

Tal vez por eso,
por ese superpoder de adivinar el futuro
a la larga se convirtió en Dios, el tío,
porque lo ganaba todo.

Y mientras tanto,
la gente que te rodea
tomando el sol.
Embadurnados de crema
tomando el sol.
Y más tarde a un concierto masivo.
Así es.
Hay que alimentar el espíritu.
Hay que encontrar la libélula.
Un poco de paz, por favor.


© Max Nitrofoska


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