El protagonista/narrador de mi próxima novela: LocoLoco:
«Ustedes sin duda conocen esa paradoja temporal de los dos hermanos gemelos. Uno de ellos parte al espacio a la velocidad de la luz. Un viaje que dura 15 años. Cuando regresa, su hermano ha envejecido 15 años en la Tierra, mientras que por él apenas han pasado unos pocos meses de tiempo. Y, si el tiempo puede curvarse de esa manera, moldearse como arcilla bajo la presión de una fuerza externa, ¿por qué no podría invertirse? ¿Por qué no podría volverse del revés como un calcetín, exponiendo su interior oculto, las costuras de lo que aceptamos como inalterable? Este pensamiento, más que una hipótesis, se convirtió en la llave maestra que me permitíría abrir puertas insospechadas, no solo al flujo del tiempo, sino también a los sentimientos que de él emanan.
Porque el tiempo, al fin y al cabo, no es solo un medidor frío de segundos y horas. Es el marco donde nacen, crecen y se deforman nuestras emociones. Cada giro, cada distorsión temporal, altera también nuestra percepción del mundo y la manera en que lo sentimos. En el Tiempo Universal, las emociones no son líneas fijas ni eventos aislados, son ecos que resuenan a través de capas de pasado, presente y futuro. Y, al habitarlas, comprendí que no somos solo lo que sentimos, sino también lo que sentiremos y hemos sentido, fragmentos de un todo que se reconfigura perpetuamente. El Sentimiento Cuántico.»
© Max Nitrofoska