Este,
este es el momento
del sudor y el castigo,
del ritmo y el bombeo,
de las mariposas efímeras que renacen con fuego,
de los misterios resueltos con excesos,
exceso de cariño, exceso de deseo,
exceso de violencia cuando pienso en tu sexo
y tu olor me envuelve,
y el amor se convierte en jadeo,
en saliva y jugos internos,
cuando el amor no se dice sino que se grita,
se araña, se empuja,
cuando el amor te desnuda
y olvidas si llevabas ropa
o llegaste así a la vida,
si naciste así,
con ese fuego dentro,
con ese deseo insaciable de que nunca acabe el juego,
de que el duelo tenga lugar dentro de tu cuerpo,
que es el universo entero,
tu cuerpo,
y palpita,
y gira,
gravita en su órbita,
lo sientes,
te arrastra su inercia, tu cuerpo,
sientes que cada estallido final encierra
a todos los niños que no nacieron,
o sí,
a pesar de todo nacieron
bajo la comunión genérica,
al amparo de tus tetas genéticas
que pueden con todo,
camiones desbocados
y trenes sin vía
que descarrilan,
tus tetas encima,
tus tetas cósmicas
presidiendo la partida,
repartiendo la vida,
dominando el orgullo y los prejuicios,
tiemblan un poco a pesar de todo,
tus tetas,
me erizan en cada ola,
declaran proteger el mundo,
los mundos,
todos los mundos que han existido hasta ahora
y los que existirán en un futuro,
todos ellos contenidos en este bamboleo,
en este columpiar obsceno,
y empujo,
empujo
y caen sobre mi boca,
ellas,
tus tetas,
alimentan mis sueños,
tus tetas,
dinamitan mi desidia,
tus tetas,
capaces de albergar multitud de miradas espías,
planetas,
naves,
abismos,
cisternas vacías
llenas de duelo, de horror,
y sobre cada una de ellas te balanceas,
echas un vistazo desde ahí arriba,
donde la vida es mullida
y la dicha parpadea sin fin distraída,
con comida,
leche tibia,
al amparo de un sol que brilla
fulgurante,
ahí se está francamente bien y estoy pensando
en quedarme a vivir cerca,
bajo el bamboleo que no cesa,
junto a ese sabor tan dulce,
esos mordiscos tiernos, desmayados,
me apaciguan y tus tetas saltan
cada una por su lado,
como si fueran independientes,
aunque creo que no lo son,
porque siempre van juntas,
tus tetas genéticas,
yo por lo menos siempre las veo juntas,
auque es posible, claro está,
que tú te las desmontes cuando yo no miro,
las desenrrosques
y te las lleves bajo el brazo
hasta algún lugar lejano,
el rincón apacible y sereno
donde nació el universo.
este es el momento
del sudor y el castigo,
del ritmo y el bombeo,
de las mariposas efímeras que renacen con fuego,
de los misterios resueltos con excesos,
exceso de cariño, exceso de deseo,
exceso de violencia cuando pienso en tu sexo
y tu olor me envuelve,
y el amor se convierte en jadeo,
en saliva y jugos internos,
cuando el amor no se dice sino que se grita,
se araña, se empuja,
cuando el amor te desnuda
y olvidas si llevabas ropa
o llegaste así a la vida,
si naciste así,
con ese fuego dentro,
con ese deseo insaciable de que nunca acabe el juego,
de que el duelo tenga lugar dentro de tu cuerpo,
que es el universo entero,
tu cuerpo,
y palpita,
y gira,
gravita en su órbita,
lo sientes,
te arrastra su inercia, tu cuerpo,
sientes que cada estallido final encierra
a todos los niños que no nacieron,
o sí,
a pesar de todo nacieron
bajo la comunión genérica,
al amparo de tus tetas genéticas
que pueden con todo,
camiones desbocados
y trenes sin vía
que descarrilan,
tus tetas encima,
tus tetas cósmicas
presidiendo la partida,
repartiendo la vida,
dominando el orgullo y los prejuicios,
tiemblan un poco a pesar de todo,
tus tetas,
me erizan en cada ola,
declaran proteger el mundo,
los mundos,
todos los mundos que han existido hasta ahora
y los que existirán en un futuro,
todos ellos contenidos en este bamboleo,
en este columpiar obsceno,
y empujo,
empujo
y caen sobre mi boca,
ellas,
tus tetas,
alimentan mis sueños,
tus tetas,
dinamitan mi desidia,
tus tetas,
capaces de albergar multitud de miradas espías,
planetas,
naves,
abismos,
cisternas vacías
llenas de duelo, de horror,
y sobre cada una de ellas te balanceas,
echas un vistazo desde ahí arriba,
donde la vida es mullida
y la dicha parpadea sin fin distraída,
con comida,
leche tibia,
al amparo de un sol que brilla
fulgurante,
ahí se está francamente bien y estoy pensando
en quedarme a vivir cerca,
bajo el bamboleo que no cesa,
junto a ese sabor tan dulce,
esos mordiscos tiernos, desmayados,
me apaciguan y tus tetas saltan
cada una por su lado,
como si fueran independientes,
aunque creo que no lo son,
porque siempre van juntas,
tus tetas genéticas,
yo por lo menos siempre las veo juntas,
auque es posible, claro está,
que tú te las desmontes cuando yo no miro,
las desenrrosques
y te las lleves bajo el brazo
hasta algún lugar lejano,
el rincón apacible y sereno
donde nació el universo.
© Max Nitrofoska
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