La Corporación la había embarcado en un largo y costoso viaje a través del espacio en busca de lo que en su planeta habían dado en llamar «La Humanidad». Pero ella nunca llegó a creer de forma cabal que existieran los seres humanos, o por lo menos no tal y como se mostraban en la hemeroteca de los inagotables y apretados cartuchos de memoria.
Tal vez ya en la propia Tierra podría encontrase con alguna mutación sonora, pitidos o ecos instalados en el aire con recuerdos susurrados de la Humanidad.
Sin embargo, tras aterrizar, cuando aquella espesa niebla que la rodeaba se disipó, vio que a su alrededor se movían… cómo, cómo llamarlos… ¡Sí! ¡Seres humanos! De carne y hueso. Atávicas criaturas que aún palpitan en los reductos de sus ya deslavazados circuitos de memoria. Existen, es cierto que existen, se dijo.
Porque al parecer, los seres humanos existen. Con el calor que hace.
Buenos días, people, a
disfrutar.