Anoche,
navegando a través de la nebulosa Raro me encontré con un
camposanto repleto de cadáveres humanoides. Ahí yacen, mudos
testigos de una lóbrega época de la humanidad. Una época en que la comida en la Tierra abundaba, alimentos sin fin crecían en
huertos, bosques y granjas, más sin embargo los seres humanos no
eran capaces de sintetizarla. Hubo muchas bajas, grandes catástrofes,
muchos muertos. Organismos humanoides que morían de inanición
mientras los abundantes alimentos se corrompían encerrados en
cápsulas de metal.
Afortunadamente los tiempos han cambiado, mis
amados seres humanos. Coman, coman y sean comidos hasta la alegría
final. Y disfruten de este hermoso y nublado día.
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