martes, 17 de junio de 2025
lunes, 16 de junio de 2025
EXTENSIONES
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domingo, 15 de junio de 2025
EL MAMARRACHO UNIVERSAL (II)
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Fragmento 2:
Cuando aterrizamos aquí, yo era un turista. Ahora soy parte del decorado. Conozco al tipo del tambor que nunca deja de tocar, al camarero que sirve bebidas fluorescentes, a la pareja que discute siempre la misma frase. Este lugar no tiene argumento. Son escenas sueltas. Los edificios flotan y se retuercen según avanza el día, y los trenes no tienen destino. Los músicos del puente tocan solo para los drones. Una vez pregunté si era domingo y todos se rieron. Aquí no hay días. Solo estilos.
©Nitrofoskasábado, 14 de junio de 2025
EL MAMARRACHO UNIVERSAL (I)
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En esta ciudad, los caballos atraviesan edificios como si fueran humo. No preguntes por qué. Nadie se detiene. Nadie repara en los dinosaurios que comen farolas ni en las grietas del aire. Ayer, un tipo se desangraba junto a un coche rojo y lo único que pensé fue: qué bonito el contraste. Mis vecinos flotan en naves sin ruedas, los niños apalean hologramas rotos. A veces me siento en el borde del pavimento, a fumar algo que no arde, que no quema. Llega el olor a fritanga vieja, como una amenaza. Aquí lo único que cambia es el nombre de las avenidas. Pero da igual. Nadie sabe leerlos.
©Nitrofoskaviernes, 13 de junio de 2025
MÁS FOTOS DE LA FERIA DEL LIBRO
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jueves, 12 de junio de 2025
SIMÓN PERRO
Durante la estación del frío, Marte parecía guardar silencio. Sus vastos mares, secos desde hacía milenios, eran tan solo cicatrices grises extendidas sobre la superficie del planeta, cubiertas por una capa ligera de escarcha que brillaba bajo el sol lejano como cristales rotos. Allí, donde las olas habían rugido alguna vez, reinaba ahora un silencio tan absoluto que dolía en los huesos.
Esa mañana, bajo una luz débil y transparente, Simón Perro caminaba lentamente entre las antiguas formaciones de coral petrificado, desmenuzando entre sus dedos lo que alguna vez había sido vida. Su traje, blanco y pesado, avanzaba en cámara lenta sobre el lecho marítimo, levantando nubes minúsculas de polvo.
Simón tenía casi sesenta años y era uno de los últimos exploradores humanos que quedaban en Marte. Había llegado con la segunda oleada de colonizadores, cuando aún se creía que el planeta podría convertirse en un nuevo hogar. Ahora, tras décadas de decepción y soledad, Marte era apenas un museo gigantesco de sueños fracasados.
Se detuvo junto a una formación rocosa que se alzaba como una columna hacia el cielo. Sacó cuidadosamente de su mochila una pequeña caja de metal oxidado, colocándola en el suelo con delicadeza. La abrió con gesto pausado, como quien cumple con una ceremonia sagrada.
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Dentro descansaba un viejo reproductor musical, una reliquia terrestre. Lo activó y, tras un breve zumbido estático, comenzó a sonar una canción, dulce y triste, que rompió inesperadamente el silencio desolado del mar muerto.
Simón cerró los ojos mientras la melodía se extendía por el paisaje vacío, recordando tardes de verano en la Tierra, noches cálidas, risas olvidadas. La música flotaba extrañamente bajo aquel cielo distante, resonando sobre el mar seco como si este despertara lentamente de un largo sueño.
Entonces ocurrió.
Primero fue un leve temblor bajo sus pies. Simón abrió los ojos, sorprendido, mirando en todas direcciones, preguntándose si aquello sería real o solo un truco cruel de su memoria agotada. Pero no era imaginación: la superficie árida y agrietada empezó a vibrar con suavidad, como respondiendo a la música.
Observó con asombro cómo el polvo que cubría el antiguo fondo marino comenzaba a elevarse, flotando en espirales lentas que imitaban el movimiento perdido de las corrientes marinas. Poco después, escuchó algo increíble: era un sonido lejano, profundo y envolvente, que emergía desde las entrañas del planeta. Parecía el rumor antiguo de olas inexistentes rompiendo contra costas fantasmas.
Perro permaneció inmóvil, atrapado entre la maravilla y el miedo, incapaz de apagar la canción que resonaba ahora con fuerza por todo aquel paisaje desolado. De pronto comprendió que, sin querer, había despertado algo dormido en las profundidades del mundo muerto.
El polvo a su alrededor giró con más fuerza, formando siluetas extrañas, sombras fugaces que parecían danzar al ritmo de la música terrestre.
La vibración se hizo intensa, tangible, y del fondo del antiguo mar comenzaron a surgir siluetas gigantescas, criaturas espectrales que se elevaban lentamente, translúcidas y majestuosas. Eran imágenes de antiguas bestias marinas marcianas, enormes y magníficas, renacidas por un instante de la memoria planetaria.
Simón, atónito y fascinado, vio cómo aquellos seres fantasmas giraban en un elegante ballet sobre la superficie muerta, al compás de la melodía humana que se entrelazaba con la voz profunda del mar resucitado. Sintió lágrimas calientes recorriendo sus mejillas, derritiendo el frío acumulado por años de aislamiento.
La música terminó al fin, y las criaturas se detuvieron, contemplando al hombre pequeño y frágil que había devuelto, aunque brevemente, vida a su mundo olvidado. Luego, lentamente, se desvanecieron en el aire, dejando tras de sí solo polvo, silencio y el eco débil de una canción que ya nunca sería olvidada.
Simón Perro apagó el reproductor con manos temblorosas. Respiró profundamente, como si temiera que al exhalar todo aquello desapareciera. El silencio volvió, pero no era el mismo: en él había una vibración nueva, sutil, como un corazón que aún no sabe que late.
No dijo nada. Solo permaneció allí, quieto, mientras el planeta lo envolvía despacio, como si por fin lo aceptara entre sus ruinas.
©Nitrofoska
miércoles, 11 de junio de 2025
martes, 10 de junio de 2025
FOTOS DE LA FERIA DEL LIBRO
Hola, habitantes. Hoy les traigo fotos del pasado día 5, en que estuve firmando ejemplares de mi ¡HAZ ALGO!
Coordenadas: la Feria del Libro de Madrid, en la caseta de Librería y ediciones Miraguano.
La
Feria aún seguirá abierta y en pie hasta el día 15. No pierdan la
ocasión de visitarla. A disfrutar.
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domingo, 8 de junio de 2025
sábado, 7 de junio de 2025
UNIVERSO ALTERNATIVO
La semana pasada orbité sobre el planetoide Clowning, un enclave surrealista lleno de estructuras con forma de secadores de pelo gigantes y cúpulas pintadas como cabezas humanas con moños imposibles. Mientras esperaba la recarga de oxígeno en el módulo 46, entré en una de sus bibliotecas automatizadas, regentada por un androide retirado llamado Itcharo. Entre manuales de estética capilar y tratados de clonación dérmica, encontré un volumen encajado al revés en una estantería. Lo abrí sin expectativas, pero me atrapó de inmediato. Mezclaba teoría sociológica, anécdotas interdimensionales y consejos de etiqueta para seres con tentáculos, antenas o pliegues temporales. En verdad certero e interesante. Lo terminé flotando en la órbita de salida. Os lo recomiendo, androides. No todo está perdido en los márgenes.
viernes, 6 de junio de 2025
jueves, 5 de junio de 2025
¡HOY! ¡AHORA! ¡YA!
miércoles, 4 de junio de 2025
UNA SALIDA
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Veo una salida, al fondo.
O tal vez sea por ahí por donde entré.
Vete a saber.
Huele mal.
La salida está pintada de rojo.
Un rojo intenso que señala peligro,
que me amenaza,
que me hace dubitar,
temblar,
gelatina entre los huesos.
La salida está rodeada
de señales luminosas,
también,
aunque tal vez se trate de mi propio miedo,
de esas estrellas,
esa cortina de niebla
que se forma ante la mirada
cuando desconoces el camino,
cuando tengo que decidir qué camino tomar y no lo sé.
No parece tarea fácil.
Tú dices,
tú crees,
afirmas que es la salida.
Pero bien podría tratarse
de la puerta por la que entraste a todo esto.
Podría ser,
no digas que no.
Tal vez no exista más que una sola puerta,
de entrada,
de salida,
de vida.
Un sola puerta para todo,
incluso para ir al baño,
la misma puerta que para casarse
o para iniciar un retiro espiritual
o para acceder al vuelo rumbo a Venecia o a Saigón.
Siempre la misma puerta.
Ni una sola señal que te dé una pista
de lo que te espera al otro lado.
Si es que hay algo al otro lado.
La salida está pintada de rojo y tú vas desnudo,
me parece,
tirando las prendas que te visten
a los lados del sendero.
Hay días en que te veo caminar a gatas, confundido.
Otros te muestras erguido, como un faro,
dispuesto a derrochar luz,
a iluminarlo todo con tu aura iridiscente,
con tu mirada que abarca un mundo y sin embargo
se detiene ante esa puerta de salida.
O de entrada.
Ante esa puerta.
Como si en la vida solo hubiera puertas.
Como si en la vida,
en tu vida,
solo se pudiera entrar o salir.
Como si en tu vida no pudiera haber una ventana,
una hilera de ventanas que abres y se airean las habitaciones
y las largas tardes.
Como si en tu vida no pudiera haber
un hermoso sendero bordeado de lirios
y amapolas,
flores embriagadoras que te adormecen
y te cautivan
y te hacen quedarte un ratito más en el campo.
Y llegar tarde a casa.
Y comer a la carrera un bocadillo
porque has quedado con un amigo
o una amiga para tomar un café.
Humeante, el café.
Preciosos, tus amigos.
Preciosas, tus amigas.
Y te encaramas en un montoncito de felicidad
y dices unas cuantas estupideces,
gracietas que hacen sonreír a tu interlocutor
y a ti mismo.
Pasan cosas, en los pasillos.
Pasan cosas en los senderos que llevan a ninguna parte.
Veo una salida, al fondo.
O tal vez sea por ahí por donde entré,
vete a saber.
Huele mal.
Pasan cosas, en los pasillos.
Pasan cosas en los senderos que llevan a ninguna parte.
Pasan cosas
en los senderos
que llevan
a ninguna parte.
Huele mal.
A veces huele mal.
Otras huele a flores y esperanza.
© Max Nitrofoska
martes, 3 de junio de 2025
NITROFOSKA EN LA FERIA DEL LIBRO DE MADRID 2025
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